Ludwig Mies y Antoni Gaudí
Se puede considerar que los arquitectos Gaudí y Mies Van Der Rohe se encuentran en los extremos estéticos más lejanos de la creación arquitectónica, pero esto no evita que tengan algunas similitudes entre sí. Ambos tenían una fuerte filosofía en cuanto a los elementos de ornamentación la cual se beneficiaba de avances tecnológicos de su época.
Dos arquitectos extremistas, así: una zarza ardiente que ilumina paisajes incandescentes de lava espiritual, y un Buda auto-retraído presidiendo impasible sobre un territorio inmaterial de geometrías transparentes. Dos artistas excesivos cuyas obras no podemos enfrentar distraídamente, ni entrar en contacto cercano sin ser lastimados.
Dos gigantes con exposiciones simultáneas que hacen de Barcelona la capital veraniega de la arquitectura este año: un evento efímero que la cripta de la Colonia Güell y el Pabellón Alemán de 1929 se extenderán al tiempo helado de una religión capaz de adorar simultáneamente al beato Gaudí y a los Mies que, como Teresa de Jesús entre ollas de cocina, encontró a Dios en los detalles.
Gaudí y Mies tenían una filosofía distintiva en cuanto a los elementos ornamentales. Mies van der Rohe, por ejemplo, unió su interés por la arquitectura y filosofía clásica con los nuevas posibilidades de materiales como el metal y el cristal sin ornamento aplicado en el Pabellón de Barcelona). En este edificio no hay un ornamento explicito, pero la propia cualidad del material es el ornamento, como por ejemplo la veta del mármol o las características del piso. Igual que Mies, Gaudí también estaba interesado en las nuevas vertientes tecnológicas para aplicarlas a su propia estética. Se interesó en la producción de piezas industriales ya que resultaban más económicas que la labor manual.
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